De forma coloquial, se plantea que la codependencia es la palabra que define a personas que se vinculan afectivamente a individuos con problemas, tales como adicciones o toxicomanías u otros. Dichos problemas afectan a la calidad de vida y al tipo de relación que se puede producir.
En este artículo seguimos a Jorge Castelló Blasco en su libro (2004) Dependencia emocional: características y tratamiento. España: Alianza Editorial.
Dicho de otra forma, eres codependiente si “casualmente” solo te atraen individuos que están en serios apuros y terminas dedicando tu vida al problema de tu pareja. Dicha codependencia tiene puntos en común con la dependencia emocional, el principal elemento común es que ambas fomentan y promueven relaciones de pareja que no son sanas.
Y la principal diferencia con la dependencia emocional se basa, según este autor en el que nos basamos, en que la persona aparece enamorase del problema que tiene su pareja y dedicara su vida, como si fuera una cruzada, a salvar a su pareja como meta u objetivo. Esto implica una forma de relacionarse que de una forma u otra se ha aprendido como forma para vincular y asegurar que “el otro” o los demás estén presentes en el vínculo.
Acudiendo al triangulo dramático de Karpman para que haya un salvador es necesaria una víctima. En este caso la posición de salvador queda cristalizada como forma de funcionar en este tipo de relaciones.
Sucede que el sujeto codependiente nota o siente que algo anda mal incluso se percibe encadenado, pero la idea de abandonar o “dañar” a la otra persona le genera un malestar y una culpa tan potente que se ve forzado a seguir en dicha relación, muchas veces a un alto precio.
Desde una perspectiva vincular esto tiene varias funciones, por ejemplo podría ser que: si yo cuido y salvo a la otra persona, nunca me va a dejar. O que me han enseñado que los vínculos son siempre sacrificio donde las propias necesidades no son importantes.
